7.2.12

jeroglífico


Nadie me ha vuelto a contar nada sobre ti, es como si te hubieses esfumado como el humo de un cigarrillo o que te hayas perdido de este mundo desconfiando de todo y de todos, sin querer que nadie sepa y por eso me estoy yo preguntando qué ha sido de ti. Tal vez esta carta sea un simple absurdo más de los que suelo cometer porque, entre otras cosas, ni siquiera sé a qué dirección voy a enviar la epístola, lo haré a casa de tus padres supongo, la segura, como solías decir. Parece extraño que a veces queramos contactar con quienes nos han dejado atrás en sus vidas o hayamos dejado sin querer, con los mismos días que vienen, otras cosas se van yendo, como parte de nuestras vidas, como estas amistades que mueren por inanición, por un mal mantenimiento del cariño y el despiste continuo de las mentes, ocupadas en otros menesteres, en nuevas caras o costumbres.
Finalmente fui a Egipto, como siempre había soñado, lo que no significa que aquel viaje fuese un sueño porque resultó ser duro por el calor de agosto, la única fecha que pude barajar en mi calendario gobernado por el trabajo. Cuando vi las pirámides no podía creer que fuesen de verdad, y toqué sus piedras gigantescas, esas que algunos afirman que fueron desplazadas hasta allí por naves extraterrestres, ¿te acuerdas cuando nos reíamos con eso?...me acompañó mi pareja, con quien comparto, entre otras muchas cosas, mi afición por las antiguas civilizaciones.
Me gustaría saber tantas cosas…si decidiste ir al final a Mongolia, como solías decir que harías, si superaste aquellos miedos que te consumían y te impedían dar los pasos que necesitabas para romper con tus cadenas dichosas, las mismas que te mantenían donde no querías estar, como nos pasa a muchos, con la diferencia de que tú no te resignaste nunca. Me imagino que sí, que con esa fuerza que de pronto brotaba de ti y nos dejaba a todos perplejos, desplegaste tus alas y dijiste adiós a todo para empezar de nuevo. Bueno, siempre le he dado vueltas a esa expresión, “empezar de nuevo”, es imposible supongo. Una vez que has vivido lo suficiente como para saber qué significa estar vivo, resulta absurdo pensar en borrar todos esos recuerdos que en el fondo te van haciendo a ti mismo, me imagino que empezar de nuevo es darse una oportunidad para, a pesar de lo ya vivido, intentarlo de manera diferente a la conocida, a la aprendida, a la que a veces te ata porque nos agarramos a lo que sabemos y lo demás es un riesgo. Pero si fuese así, si saltaste tus muros y lograste pasar a ese lado salvaje donde está todo por explorar, enhorabuena, eres valiente.
No pienses que de otro modo te llamo cobarde, sólo que intuyo que estás lejos, muy lejos.
Sea como fuere siempre serás esa persona libre, libre aunque arrastres hierros que te atan los pies, libre porque tu espíritu así lo ha demostrado en todo momento, valiente porque te atrevías a ser tú ante cualquiera, donde estés me rindo ante tus alas, compañeras inseparables de la victoria.

16.12.08

REGRESOS DESDE EL ESPEJISMO


Regresamos de una tierra seca y árida, que no da frutos ni vergeles. Los paisajes son llanuras sin límite que dibujan agua en el horizonte y en algunos momentos se tornan montañas que, alguna vez, estarían pobladas por flores. Retornamos por un camino donde no hay dirección y como dijo el poeta, se hace camino al andar.
En aquel lugar al que un día llegamos con carteles de bienvenida, como si estuviese acostumbrado a ser el anfitrión de muchas visitas, esperaban días de cercanía y distancia, de vislumbrar toda una historia prendida con pinzas en algún rincón olvidado de la Historia, de entender cómo con poco se pueden crear grandes cosas, porque lo único necesario es creer en uno mismo y allá la inspiración se brinda sola.
Una vez caminando por uno de esos senderos sin tregua, se apareció un diminuto ser vestido con traje azul y turbante, él sin embargo sabía que marchaba hacia un lugar llamado Aaiún. Tranquilamente, como si no existiese el concepto de tiempo, sirvió un té tras otro que emanaba de sus propios dedos, uno era amargo como la vida, otro suave como el amor y el último, dulce como la muerte. Allí hubo muertes decía, tantas como piedras en el camino. Hace años que se luchó por una palabra tan bonita como ilusoria, la LibertaD, que fue cercada por pedazos de metal enterrado como trampas, que al pisar estalla salpicando fuego y fundiendo vida.
El diminuto ser continuaba no obstante ese camino, pero se paraba tantas veces como pasos daba debido a una fuerza mayor que reprimía sus ganas de alcanzar aquel lugar llamado Aaiún. Esa fuerza, narraba, era también de color azul y estaba provista de todo un ejército con coches blancos y letras negras que una vez, hacía ya mucho, mucho tiempo, había prometido derribar las barreras que impedían llegar al mar, donde se encontraba el país del diminuto ser que no cesaba de andar como en una cinta de ejercicio.
Aquel lugar fue visitado por mentes creadoras de colores y formas, mentes de personas de otros mundos, donde la LibertaD alcanza una magnitud mucho más amplia, aunque tampoco colma el concepto. Esas personas se sintieron afortunadas, por columpiarse entre la L y la D y por descubrir que los que no tienen columpio eran capaces de ofrecerles todo lo demás. Muchos pensaron que quizá con esfuerzo y ganas podrían comenzar a unir piezas para ayudar a fabricar columpios a todos aquellos amigos y demostrar al mundo que, aunque la fuerza de color azul jugaba a olvidarse y a conseguir que con el olvido las ganas de columpiarse cedieran, aquel lugar podría sentir el suave balanceo entre L y D, en un movimiento tan suave como eufórico, que parte del desierto y termina en el mar, una y otra vez, una y otra vez.
Pero el grupo de pinceles y colores, de miradas nuevas y extranjeras, se marchó en su columpio que llevó a cada uno a su hogar de un simple empujón, despoblando el rincón que ahora deseaba buen viaje y albergaría las formas dejadas por los visitantes.
Allí se quedó el diminuto ser, pensando mientras el té emanaba de sus dedos, marchando una y otra vez sin cansarse a pesar de hacer infinitas veces el mismo recorrido sin poder avanzar. Lanzó miles de papeles al aire, papeles que decían: “marchar no es llegar a ningún sitio, hay que caminar siempre hacia delante y si de verdad existe un motor dentro de ti, no dejes que se pare, no creas que lejos estás a salvo, porque todo continua sucediendo aunque tú no me veas ahora, aunque tú me hayas olvidado”.
Hoy mismo he recibido noticias del diminuto ser de traje azul y turbante, me cuenta que ha jugado con su camello y tomado el té en el camino de piedras hacia el Aaiún, que confía en todos los que por allí pasamos porque, a pesar de su larga experiencia sabe que entre las piedras dibujadas, muchos han sembrado la intención de hacer visible el sendero y luchar hasta la victoria, siempre.

13.11.07

CUANDO LA ESPERA ES UN RELOJ DE ARENA


Cuantos años transcurridos desde aquel fatal abandono que dejó a todo un pueblo dividido entre su país ocupado y su país de asilo. La historia del Sáhara Occidental sigue siendo hoy día desconocida para muchos españoles, sobre todo para los más jóvenes, que ignoran en su mayoría que existe un pueblo saharaui en el exilio, que espera desde hace treinta años a que una injusta situación se resuelva. Desde aquí expondré de manera resumida un fragmento de cómo empezó todo y el por qué de este eterno conflicto que actualmente continua sin vías de solucionarse.

A modo de síntesis cronológica, hemos de recordar que hacia 1884 D. Antonio Cánovas, primer ministro de Isabel II, organiza una expedición que al mando de D. Emilio Bonelli consigue asentarse en la costa de la actual Dajla. Se crea así el enclave de Villacisneros, topónimo de la etapa colonial española, que será un punto estratégico vital a la hora de entender las complejas interacciones sociopolíticas que se establecerán a partir de este momento entre la metrópoli y los habitantes del interior del desierto.

Hacia 1900 se firma el convenio de París en el que quedan dibujadas, y nunca mejor dicho, las fronteras del África Occidental, pues el trazado de los límites fronterizos se realizó a golpe de escuadra y cartabón sin tener en cuenta la confusa armadura social de la zona.

Hasta la fundación de la ciudad del Aaiún en 1934 por D. Antonio del Oro, los españoles se dedicaron a establecer a lo largo de la costa atlántica sahariana, guarniciones militares que visitaban habitualmente comerciantes que poco a poco establecieron tímidos emporios y entablaron relaciones con las poblaciones indígenas del interior y la costa.

Entre 1940 y 1950, el interés por este territorio aumenta considerablemente, ya que la empresa Adaro, dependiente del antiguo Instituto Nacional de Industria, descubrió los primeros indicios de petróleo y fosfatos en el territorio, hasta que en 1961, el gobierno español convierte el Sáhara Occidental en una provincia española más, la número 53. Desde este año y hasta 1965 el gobierno franquista comienza una campaña de búsqueda y explotación del crudo saharaui con la participación casi exclusiva de compañías petroleras norteamericanas y la escasa presencia de firmas españolas.

A pesar de que se localizaron las bolsadas, las empresas implicadas en este negocio no llegaron a extraer el crudo, aunque sí se avanzó en la explotación sistemática de los fosfatos de Bu Kra de parte de la empresa Adaro.

A finales de 1965, Naciones Unidas comienza las negociaciones con el gobierno español para celebrar un referéndum de autodeterminación en el territorio.
La década de los setenta comienza con la participación masiva de los ciudadanos saharauis en la lucha por la autodeterminación del territorio, siendo fuertemente reprimidos por las tropas coloniales españolas durante más de cinco años.

Hacia 1973, la fundación del Frente Polisario, vanguardia de la causa por la autodeterminación, comienza las actividades políticas dentro y fuera del territorio. Es en este momento cuando podemos decir que comienza la lucha armada por la liberación del Sahara Occidental. Con en el nombramiento de Arias Navarro como presidente del gobierno en 1974, se abre un proceso en el cual la antigua provincia española será vendida en secreto a Marruecos y Mauritania tras la firma de un pacto tripartito en Madrid. Los esfuerzos del embajador español en Naciones Unidas, D. Jaime de Piniés, por conseguir un referéndum que pusiera fin al conflicto fueron por lo tanto vanos, ya que este no llegó a celebrarse nunca, pues la venta de la colonia a los firmantes del tripartito era ya una realidad.

En este contexto se enmarca la política beligerante de Hassan II en lo que se ha dado por denominar la Marcha Verde, ocupación marroquí de la antigua colonia en la que participaron más de 350.000 civiles procedentes de todos los lugares de Marruecos reforzados militarmente con más de 25.000 soldados y numerosos contingentes de armas pesadas.

El 28 de febrero de 1976 los militares españoles arrían la última bandera quedando a su suerte toda la población saharaui, que desde ese momento se ve sujeta a la dura represión ejercida por Marruecos y Mauritania.

La población civil saharaui inicia a partir de este momento una huida hacia el interior del desierto, dirigiéndose hacia territorio argelino para refugiarse de las inminentes agresiones de los ocupantes marroquíes y mauritanos.

A pesar de los esfuerzos del Frente Polisario por proteger a la población civil en su huida, las fuerzas aéreas y terrestres marroquíes la ametrallan y bombardean con napalm llegando a causar miles de bajas. Además de las muertes causadas por las armas y enfermedades de diversa índole incrementaron la mortandad de una población abandonada a su suerte en una de las zonas más inhóspitas de la hamada argelina.
En el frente, la respuesta de los polisarios al avance imparable de los ejércitos invasores ocasionó numerosas bajas en ambos bandos, elevando el dramatismo de un conflicto que aún hoy no tiene visos de alcanzar una solución.

En 1979 Mauritania, derrotada militarmente, se retira del territorio que es ocupado inmediatamente por las fuerzas armadas marroquíes. Mientras, la población civil saharaui organiza su forzoso exilio en cuatro campamentos del entorno de la ciudad argelina de Tindouf.

En la actualidad un muro divide los territorios liberados de los ocupados por Marruecos, un muro que desde los años ochenta separa las vidas de los exiliados en Argelia y los que todavía viven bajo la ocupación. Esta realidad es ignorada por gran parte de la población española y es sin duda un atentado contra los Derechos Humanos que una vez más se incumplen en una región olvidada por Naciones Unidas, cuyo papel se pone en entredicho por su ineficacia con un pueblo pacífico que desde hace más de treinta años espera un referéndum que les haga justicia.

Para más información sugiero la lectura del documento que se adjunta.

31.1.07

ROLES DE GÉNERO


El papel de la mujer en el transcurso de los siglos ha ido variando según la economía base de los pueblos y según la importancia que los hombres daban a las tareas realizadas por ellas. Mientras en las sociedades de inicio del Holoceno (10000-7000 a.n.e) las mujeres realizaban labores de recolección y caza menor, además de cuidar del rebaño, lo que constituía una labor destacada, con el incremento del ganado pasa a convertirse en tarea masculina, relegando a la mujer a un plano marginal, puesto que las labores por ellas ejercidas ya no tenían tanto peso dentro de estos grupos de pastores, ellos eran ahora quienes se encargarían de aportar la proteína cárnica, aunque no fuese tan representativa su aportación a la dieta como la de los frutos recolectados por las mujeres. El arte rupestre del Tassili (Argelia) refleja este hecho observándose la disminución de representaciones femeninas desde los inicios del Holoceno hasta el 6000 a.n.e aproximadamente, cuando comienza la ideología pastoral y aumenta el número de representaciones masculinas.

Estudios etnográficos pueden ayudarnos a conocer un poco mejor el modo de entender la sociedad en las poblaciones primitivas de la Prehistoria, en lo que incluimos los roles de género, entendiendo esto como las relaciones y los papeles ejercidos tanto por hombres como por mujeres, insistiendo en la parte femenina, dada la marginación que ésta ha sufrido a lo largo de la Historia, enfocada siempre desde un punto de vista androcéntrico.

Dentro del arte rupestre encontramos terminologías que pueden llevar a confusión, así como denominar a las representaciones humanas como “antropomorfos”, dando por hecho que son hombres aunque no haya ningún motivo que diferencie el género de muchas de ellas. La etnografía ha sido y sigue siendo una interesante aportación para resolver, dentro de cierto límite, algunas de estas cuestiones acerca de las sociedades prehistóricas, sin tener que utilizar la imaginación, en la que muchos investigadores del pasado, basaban algunas de sus teorías sobre los conceptos de vida de los grupos primitivos.

Una de las culturas estudiadas, por ejemplo, es la milenaria cultura Chorrera de Ecuador. Diversos estudios de sus materiales cerámicos documentan hasta tres tipos de representaciones femeninas que son relacionadas con experiencias chamánicas, tras las cuales se elaborarían las piezas en forma de jarras u otros tipos de objetos cerámicos. Las mujeres son vistas como seres sobrenaturales en la mayoría de los casos y los estados de trance provocados por sustancias alucinógenas están atribuidos al dominio masculino, por tanto la realización de estos materiales tendría que asociarse a los hombres. Sin embargo, actualmente en las comunidades amazónicas son las mujeres quienes se encargan de elaborar la cerámica, como probablemente lo fueran en épocas anteriores, así como de recolectar frutos y tubérculos, siendo éstos básicos en su dieta. Son ellas las que cuidan de sus hijos y se ocupan de tareas dentro del hogar. Mientras, los hombres entre caza y pesca descansan o cuidan el territorio, fabrican canoas, hacen cestas y en ocasiones también recolectan.

Muchos modelos arqueológicos en Sudáfrica se han estructurado bajo interpretaciones eurocentristas y androcentristas, marginando los roles femeninos. En la cultura San de Namibia, duramente castigada y arrasada por los colonizadores europeos, se conserva una pequeña parte de su historia en las pinturas rupestres. En ellas observamos, entre otras, figuras humanas vestidas con túnicas que han sido interpretadas directamente como hombres que se inician en la caza. Sin embargo, estudios posteriores demuestran que los hombres ¡kung jamás visten con túnicas, tratándose ésta de una prenda exclusivamente femenina.

En las pinturas rupestres de la Edad del Bronce en Escandinavia, existen unos motivos denominados “marcas copas”, de forma circular y situados en distintas partes de la anatomía de figuras humanas y zoomorfos. Estos motivos han sido objeto de muchas controversias en el intento de atribuirles un significado, a pesar de que en la mayor parte de los casos aparecen ubicados entre las piernas de humanos y animales, pareciendo indicar el sexo femenino de los mismos, ya que los masculinos presentan falos que no son nunca objeto de análisis, puesto que se sobreentiende su significado. Algunos autores incluso se han inclinado por afirmar que todas las pinturas representan a hombres, pese a que posean atributos que cuestionan esta aseveración. Las marcas circulares entre las representaciones animales se interpretaron como el agujero anal, sin ser un motivo diferenciador de género. Posiblemente esto último sea cierto aunque encontramos escenas como en la que aparecen tres figuras humanas: una con falo, otra con marca circular y la tercera neutral. Ello podría indicar la etapa de madurez de cada individuo, siendo exentos de representación de sexo aquellos que todavía no han alcanzado la edad adulta. Pero esta observación no parece tener demasiado peso entre las posibilidades barajadas por algunos investigadores, que como hemos visto anteriormente, prefieren seguir cuestionándose respuestas que no van más allá de la pura lógica y significados más sencillos. Algo parecido sucede con los llamados “ídolos oculados”, consistentes en una línea vertical atravesada en su parte superior por una línea curva debajo de la cual se dibujan dos círculos a cada lado. Entre los investigadores de arte rupestre son denominados ídolos oculados, interpretando los dos puntos como los ojos del individuo. Pero ¿por qué razón no se han planteado que pudiesen tratarse de representaciones femeninas?. Al igual que existen “antropomorfos cruciformes”, es decir, figuras esquemáticas en forma de cruz, pueden existir figuras de mujeres en forma de cruz con los dos puntos que indicarían los senos femeninos.

En cualquier caso, resulta difícil atribuir un significado a un símbolo que pertenece a una cultura pasada y en el caso concreto del arte rupestre pecamos a la hora de interpretar desde una perspectiva actual y un pensamiento occidental, más aún cuando tratamos cuestiones de género, incluyendo la disciplina etnográfica como auxiliar, en la que muchos estudios están influidos por prejuicios masculinos en los que no incluyen la experiencia femenina.

Actualmente existen roles entre los grupos que mantienen tradiciones y costumbres ancestrales, que a nuestro parecer pueden resultar marginales en relación a las mujeres, pero que ellos llevan a cabo y las asumen desde su propio entendimiento, alejado del nuestro en el espacio y en el tiempo. Ello no implica que no exista una visión androcéntrica de la sociedad y que la mujer quede relegada a los ámbitos domésticos, que tampoco han de ser vistos como papeles de escaso valor, puesto que si no fuese por ellas, la descendencia, cuestión más importante de cuantas existan, en términos evolutivos, no estaría asegurada. Quizá las sociedades primitivas repartían las tareas en relación a las habilidades de uno u otro género, teniendo en cuenta también la maternidad y los cuidados que ésta requiere sin la necesidad de ver al sexo femenino como inferior. Eso si, lo insensato es cuando las tareas masculinas, sean cuales fueren, se valoran más que las femeninas.

Así, los estudios etnográficos nos muestran sociedades machistas en las que generalmente el hombre es polígamo y la mujer no, existe la violencia de género, los hombres toman sustancias que los embriagan y no las mujeres, las mujeres cuidan a los hijos y cocinan mientras los hombres cazan y vigilan el territorio. Probablemente en un primer momento, las labores femeninas eran tenidas en consideración de mayor o igual modo que las de los hombres, pero el cambio puede ir unido al momento de transición e implantación de una economía pastoral, en la que el cuidado del ganado se convierte en tarea masculina en cuanto éste aumenta y fue tomando una importancia cada vez mayor, por lo que suponía en la dieta la proteína cárnica.

La situación de las mujeres en muchas tribus actuales, puede deberse a la escala de valores en cuanto a las tareas que se lleven a cabo: el hombre es el guerrero, simboliza la fuerza física ante una mujer que menstrua y la hace débil, el hombre vela por la seguridad del grupo ante los posibles enemigos mientras que la mujer lo hace en el entorno familiar, el hombre elige a sus mujeres y ellas han de atraerlos con adornos corporales y con su virginidad. Y así un sinfín de tradiciones establecidas desde tiempos inmemoriales que nos pueden llevar a pensar en que un factor genético, como es la fuerza muscular se impone ante cualquier otra cualidad humana, al menos en algunas de estas sociedades en las que la capacidad intelectual no es más válida que el poder físico y si lo fuese, en ciertas tareas como la relación con otros grupos o en el nombramiento de líderes, en la mayoría de etnias en estado de primitivismo, se valora la capacidad masculina para tomar decisiones.

Vemos pues que conseguir conclusiones claras acerca de las cuestiones de género resulta difícil, cuanto más al existir aún una visión androcéntrica en la construcción histórica, en la que no se ha prestado atención al papel de la mujer y sí se ha sobreentendido la relevancia del papel del hombre, es decir, no se ha construido una Historia de los seres humanos.

Lo más triste de todo es que no hay que trasladarse a etnias en estado de primitivismo o a grupos prehistóricos. Actualmente, casos como el de las muertes por violencia de género, tan presentes cada día, no revuelve las tripas de los políticos de un país desarrollado al mismo nivel que el terrorismo: distintos modos de atentar contra la vida humana y sembrar miedo, una por razones inexplicables propias de seres demoníacos y otra bajo un trasfondo político igual de inexplicable pero más importante para los líderes de un país. O en la desigualdad de sueldos, menores para mujeres, o mujeres con igualdad o superioridad de currículum que, por ser mujeres, pasan a listas de espera por debajo de hombres con menor capacidad que, por ser hombres, consiguen el puesto. Y así miles de ejemplos que nos hacen plantearnos si en algunos aspectos esenciales todavía somos primitivos, si entre todas estas luchas morales para aceptar a gente de otras culturas y respetarnos unos a otros, nos hemos planteado que todavía se hacen estudios para demostrar quienes tienen más capacidad craneana, si hombres o mujeres. Es decir, aún queda mucho camino para que ambos géneros caigan en la cuenta de que somos personas.

24.1.07

INVESTIGACIONES EN ANTROPOLOGÍA POLÍTICA.

Atanasio, shamán de la etnia cofán de la Amazonia ecuatoriana. Foto: Pete Oxford.


Clastres, P (1987). Gedisa, México

Hace algunos años el término etnocidio no existía. En el espíritu de sus inventores esta palabra estaba destinada a traducir una realidad no expresada por ningún otro término, porque había que pensar en algo nuevo o bien algo viejo pero sobre lo que todavía no se había reflexionado. Se consideró inadecuado el término genocidio, cuyo uso estaba muy difundido desde mucho tiempo atrás.

El concepto jurídico de genocidio se creó en 1946 durante el proceso de Nuremberg, como toma de conciencia en el plano legal de una criminalidad desconocida hasta el momento: el exterminio sistemático de los judíos europeos por los nazis alemanes. El delito jurídicamente definido como genocidio hunde sus raíces, por tanto, en el racismo. Las guerras coloniales que se sucedieron en el Tercer Mundo a partir de 1945 y que, en algunos casos, todavía perduran, dieron lugar a acusaciones precisas de genocidio contra las potencias coloniales. Pero el juego de las relaciones internacionales y la indiferencia relativa de la opinión pública impidieron lograr un consenso análogo al de Nuremberg; jamás hubo persecuciones.

Si el genocidio antisemita de los nazis fue el primero en ser juzgado por la ley, no fue el primero en perpetrarse. La historia de la expresión occidental en el siglo XIX, de la constitución de los imperios coloniales por las grandes potencias europeas, está jalonado de masacres metódicas de las poblaciones autóctonas. Por la amplitud de la caída demográfica que provocó, el genocidio de los indígenas americanos es el que más ha llamado la atención. A partir del descubrimiento de América en 1492, se puso en marcha una maquinaria de destrucción de los indios. Esta máquina aún funciona allí donde subsisten, por toda la gran selva amazónica, las últimas tribus “salvajes”. En el curso de los últimos años se han denunciado masacres de indios en Brasil, Colombia, Paraguay, y siempre ha sido en vano.

En América del Sur se puede encontrar la diferencia entre genocidio y etnocidio, ya que las últimas poblaciones indígenas son víctimas simultáneamente de estos dos tipos de criminalidad. Si el término genocidio remite a la idea de “raza” y a la voluntad de exterminar una minoría racial, el de etnocidio se refiere no ya a la destrucción física de los seres humanos sin a la de su cultura. En suma el genocidio asesina los cuerpos de los pueblos, el etnocidio los mata en su espíritu.

En América del Sur, los asesinos de indios llevan al colmo la posición del Otro como diferencia: el indio salvaje no es un ser humano sino un simple animal. La muerte de un indio no es un acto criminal. ¿Quiénes practican, por otra parte, el etnocidio? ¿quién ataca el alma de los pueblos?. Aparecen en primer plano, en América del Sur, pero también en muchas otras regiones, los misioneros. Propagadores militantes de la fe cristiana, se esfuerzan por sustituir las creencias bárbaras de los paganos por la religión de Occidente. Quebrar la fuerza de la creencia pagana es destruir la sustancia misma de la sociedad. Se trata, claro está, de un resultado buscado: conducir al indígena por el camino de la verdadera fe, del salvajismo a la civilización. El etnocidio se ejerce por el bien del salvaje.

El discurso laico dice lo mismo, por ejemplo la doctrina oficial del gobierno brasileño en lo tocante a la política indigenista: “Nuestros indios, proclaman los responsables, son seres humanos como los otros. Pero la vida salvaje que llevan en la selva los condena a la miseria y la desgracia. Es nuestro deber ayudarlos a liberarse de la servidumbre. Tienen el derecho de elevarse a la dignidad de ciudadanos brasileños y gozar de sus beneficios”. La ética del humanismo es la espiritualidad del etnocidio.

Se admite que el etnocidio es la supresión de las diferencias culturales juzgadas inferiores y perniciosas, un proyecto de reducción del otro a lo mismo, pretende la disolución de lo múltiple en lo uno. El Estado es la puesta en juego de una fuerza centrípeta que tiende a aplastar las fuerzas centrífugas inversas. Se proclama centro de la sociedad, con la vocación de negar lo múltiple, el horror a la diferencia. En resumen el Estado no reconoce más que ciudadanos iguales ante la ley, por tanto toda organización estatal es etnocida.

Pero lo que diferencia a Occidente es el capitalismo como pasaje más allá de toda frontera; es el capitalismo como sistema de producción para el que nada es imposible. La sociedad industrial, la más formidable máquina de producir, es por esto la más terrible máquina de destruir. Razas, sociedades, individuos, espacio, naturaleza, mares, bosques, subsuelo: todo es útil, todo debe ser utilizado, productivo. He aquí la razón por la que no se podía dar tregua a las sociedades que abandonaban el mundo a su tranquila improductividad originaria. La opción que se proponía a estas sociedades era un dilema: ceder a la producción o desaparecer, el etnocidio o el genocidio. A finales del siglo XIX los indígenas de la pampa argentina fueron totalmente exterminados para permitir la crianza extensiva de ovejas y vacas que hicieron la riqueza del capitalismo argentino. A principios del siglo XX cientos de miles de indios amazónicos murieron bajo los golpes de los buscadores de caucho. Actualmente, toda América del Sur, los últimos indios libres sucumben bajo el enorme peso del crecimiento económico, brasileño en particular. ¿Qué peso pueden tener unos pocos millares de Salvajes improductivos a la vista de la riqueza en oro, minerales raros, petróleo, criaderos de bovinos y plantaciones de café?. Producir o morir es la divisa de Occidente.

Los indios de América del Norte lo aprendieron en carne propia, muerto hasta el último de ellos para permitir la producción. Uno de sus verdugos, el general Sherman, lo declaraba ingenuamente en una carta dirigida a un famoso asesino de indios, Buffalo Bill: “Según mis cálculos, había en 1862 más o menos 9 millones y medio de bisontes en las planicies comprendidas entre el Missouri y las Montañas Rocosas. Todos han desaparecido, muertos por su carne, su cuero y sus huesos. Por esta misma fecha había unos 165.00 Pawnees, Sioux, Cheyennes, Kiowas y Apaches cuya alimentación anual dependía de esos bisontes. Ellos también han partido y han sido reemplazados por el doble o triple de hombres y mujeres de raza blanca, que han hecho de esta tierra un vergel y que pueden ser censados, pagar sus impuestos y ser gobernados según las leyes de la naturaleza y la civilización. Este cambio ha sido saludable y se llevará a cabo hasta el fin”.

El general tenía razón. El cambio se llevará hasta el fin, cuando ya no haya nada por cambiar.

27.12.06

A LO LARGO DE LOS AÑOS.

Este escrito data de hace más de 20 años, aunque lo que leamos en él permanezca vigente en la actualidad, incluso más acentuadamente.

Por Ópalo.

A lo largo de los años, la mujer ha sido mostrada como una imagen estereotipada de belleza y juventud sin tener apenas en cuenta valores mucho más importantes, necesarios y duraderos en cualquier persona. Sin embargo, contrariamente, en el mundo masculino sí han sido apreciados dejando la cuestión estética en lugar secundario o como valor añadido, nunca imprescindible.

Seguramente estas cuestiones tienen su raíz en que, por causas muy diversas y sobre todo injustas, la mujer ha estado siempre inmersa en una sociedad dominada por el género masculino. De ahí, que nos hayan hecho creer que la mujer sólo existe y juega un papel cuando su apariencia está en consonancia con la moda al uso, siempre “puesta” físicamente, joven y lozana. O sea, que nos imponen un papel muy secundario y tremendamente caduco, ya que los años no perdonan y los valores están dentro de esa cabeza que, con el tiempo, es natural y súper normal que exteriormente se vaya ajando, cambiando de aspecto y madurando pero nunca anulándose, al revés.

Para uso exclusivo de la mujer salen al mercado miles de marcas con preparados para “embellecernos” por aquí y por allá, torturas que parecen chinas o poco menos, tintes, potingues mágicos y hasta pócimas asquerosas que tantas se tragan con el único fin de ¿mejorar? su aspecto y conseguir la eterna juventud. Y todo para gustar, para ser aceptadas por una sociedad que aunque con excesiva lentitud, algo va progresando y cambiando. Menos mal que gracias también a una nueva “especie femenina” ya se va notando un cierto y saludable aire de revolución, se quiere avanzar más deprisa, jugando un papel desde dentro de nosotras mismas. Se reclama un trato cuanto menos justo, que los derechos y deberes sean igual para todos. Y lo que sí es completamente imprescindible es que la mujer sea considerada para todo tipo de cuestiones como lo que exclusivamente es: un ser humano con todos los derechos. En dos palabras, una PERSONA.

Resulta increíble que estén vigentes hechos tan humillantes como “a igual trabajo menor retribución”, porque son situaciones inadmisibles e indignas, que a estas alturas deberían servir para el unánime sonrojo de la sociedad, sobre todo de la estructurada por el hombre. De todos modos, ya se comienza a ver la cabeza al lobo y si no, echemos un vistazo al índice de natalidad, por ejemplo, y de ahí deduciremos que una sociedad tan negativa para la mujer tendrá que ir asimilando comportamientos y actitudes completamente diferentes. No se puede discriminar a una persona en virtud de su sexo. Una mujer puede en un momento determinado, cuando esté desarrollando un trabajo en sociedad, tener un embarazo sin que haya que temer un despido con procedimientos tal vez solapados o del tipo que sea. Si las mujeres no tienen hijos, ¿quién los tendrá?, viviremos en una sociedad de ancianos y habremos de trabajar unos pocos jóvenes para tantos y tantos mayores. Esa sociedad no podría seguir adelante, ni tan siquiera mantenerse. Exijamos pues un apoyo, una igualdad, una aceptación de buen grado del hecho físico. De lo contrario, acabaremos siendo un mundo caduco porque ya la mujer se está concienciando de su valor en todos los terrenos y no está dispuesta a jugar siempre en desventaja.

Entonces, pongámonos todos manos a la obra, que las mujeres se revelen ante el espejo, que quieran estar bien pero según sus criterios y necesidades, nunca admitiéndolo como una esclavitud impuesta. Fomentemos valores interiores que son los válidos y desechemos cualquier imposición de terceros, y seamos seres igual de válidos que cualquiera, ya se tenga una prominente nariz, piernas en “s” o una edad madura o más que eso.

La acción de la humanidad en la naturaleza: ¿actuamos como un parásito?

Por Gregorio Moreno-Rueda, Rubén Rabaneda y Francisco A. Ruiz-Avilés
Departamento de Biología Animal y Ecología, Facultad de Ciencias, Universidad de Granada, E-18071, Granada, España.

Si consideramos la Tierra como un organismo vivo llamado Gaia podemos realizar una serie de analogías con organismos más sencillos como nosotros. Así, cada ser vivo que la forma puede ser considerado como una célula. Cada especie como un tipo de células. Las poblaciones serían tejidos, y los ecosistemas serían los órganos de Gaia. Desde este punto de vista, si examinamos el comportamiento de la población humana, podemos encontrar cierto paralelismo con el comportamiento de las células cancerígenas. Al igual que en un cáncer, crecemos de forma exponencial. Y, al igual que en un cáncer, al crecer estamos destruyendo otros tejidos, e incluso órganos, que constituyen el cuerpo que nos alberga. Estamos extinguiendo especies y ecosistemas. Y todos sabemos hacia donde conduce un cáncer si no es tratado a tiempo: la muerte del organismo afectado y, con ella, el fin del crecimiento excesivamente ambicioso de las células cancerígenas.

El problema de cara a la conservación del planeta del que formamos parte es que el hombre no se considera un cáncer, si no que se considera un parásito. Nuestro antropocentrismo nos conduce a considerarnos como algo ajeno a Gaia, ajeno a la Naturaleza de la que formamos parte. Nos creemos por encima de ella y, como buenos parásitos, con el derecho y casi el deber de explotarla. Al igual que los cánceres, muchos parásitos cuando infectan a un nuevo organismo, también tienen un crecimiento exponencial y provocan la destrucción de tejidos y órganos. La diferencia es que los parásitos provienen del exterior del organismo. Ahí está nuestro error de percepción. Nosotros no provenimos de fuera de Gaia, formamos parte de ella y hemos evolucionado con ella.

Nuestras aspiraciones parasíticas nos llevan a desear propagarnos hacia otros hospedadores. La invasión por parte del ser humano de otros mundos es un tema bastante frecuente de la literatura de ciencia ficción. El desarrollo de la carrera espacial es la representación de ese deseo humano de expandirnos y parasitar nuevos planetas. Desde ese punto de vista somos un auténtico parásito. Estamos más allá que un simple cáncer, ya que nosotros, teóricamente, no tenemos porqué morir cuando muera nuestro hospedador. Hemos evolucionado en Gaia, pero ahora somos auténticos parásitos. Tal vez de forma similar a los priones, que han evolucionado dentro de células (quizás en un principio como cánceres a nivel proteico), y se han extendido desde su célula inicial hasta otras muchas en una transmisión verdaderamente parasítica.

Un importante aspecto del éxito de los parásitos con transmisión horizontal es que debe existir un compromiso entre su virulencia y su capacidad de transmisión. El fracaso de un parásito como es el virus del Ébola radica en su elevada virulencia, que hace que extermine a su población hospedadora antes de poder transmitirse a nuevos hospedadores. El éxito evolutivo del VIH radica en su baja virulencia, que le permite extenderse en la población hospedadora de forma que, cuando su hospedador muere, el virus ya se ha transmitido a muchos otros hospedadores. El ser humano es un parásito de planetas vivos como Gaia. Surgió hace poco tiempo y su éxito será nulo. La estrella más próxima a nosotros es Alfa-Centauro, a 4,3 años-luz (¡a 40 billones de kilómetros de distancia!), y muy probablemente no posee ningún mundo habitable, como, quizás, tampoco lo haya en el Sistema Solar. La distribución de nuestros hospedadores debe ser muy dispersa en el Universo, y nuestra virulencia es excesiva. Por mucho que avance el programa espacial (nuestro medio de transmisión), lo más probable es que matemos a nuestro hospedador antes de poder saltar sobre una nueva víctima. Somos un parásito mal adaptado y, al igual que un cáncer, moriremos con el organismo que nos cobija.

Tal vez los parásitos más exitosos son aquellos que han reducido su virulencia hasta convertirse en mutualistas de sus hospedadores. Los endosimbiontes de las células eucariotas, las micorrizas de multitud de vegetales, las bacterias de nuestro tracto digestivo y los hongos y algas que conforman los líquenes son algunos ejemplos Todas estas interacciones exitosas muy probablemente comenzaron como parasitosis, pero ha sido el mutualismo lo que les ha permitido medrar. Quizá debamos aprender de ellos.

30.11.06

CRÍTICA A LOS TIEMPOS QUE CORREN

En los tiempos que corren, como dice Eduardo Galeano, la palabra Yo es la que impera en la boca de los seres humanos. El concepto de Nosotros o el pensamiento común ha desaparecido desbancado por el egoísmo y la necesidad de salvar el pellejo aunque haya que aplastar a quinientos si fuese necesario. No es de extrañar que hoy en día, en medio de las caóticas urbes no asome apenas un sentimiento solidario entre los que en ellas habitan y se tienda a crear grupos cerrados de “amigos” incapaces de acoger a gente nueva porque el cupo está cerrado. Es la dificultad de crear amistades en lugares donde más personas hay, obteniéndose como resultado altos índices de depresiones y patologías psicológicas consecuencia de la soledad. Cuando uno llega nuevo a una ciudad espera conocer gente, crear nuevas amistades y superar la distancia con los suyos, si los tiene, y con su lugar natal de la mejor manera posible. Qué mejor que cuando uno está lejos pueda llegar a esquivar la nostalgia y que el ser nuevo no le cargue de calamidades. Pero esto no suele suceder (no es intención generalizar). Los cursos a los que uno se apunta para conocer gente afín, pocas veces ofrecen esta posibilidad, allá cada uno tiene su vida y va por propio interés, ya tiene su grupo formado de amigos y cuando la jornada llega a su fin, lo mismo sucede en el lugar de trabajo, cada mochuelo a su olivo. El que está solo, solo se queda y aún guarda la esperanza de que quizás en el próximo cursillo encuentre quien le haga un hueco en su corazón. No es una visión pesimista de la realidad, sí una percepción subjetiva que no creo que esté muy lejos de una verdad común, si es que ésta existe. La emoción de lo nuevo la lleva el forastero más que los oriundos del lugar donde éste llega.

Ni siquiera se percibe esa sensación de compañerismo en las Universidades. En las aulas existe una amplia gama de competitividad entre los alumnos que va desde el que quiere ser el mejor en su expediente y nunca presta sus apuntes a aquellos que de veras los necesitan, porque su ausencia en la clase se debe a situaciones personales que hacen incompatibles los horarios, hasta aquellos que compiten por caerle mejor al profesorado o por quién viste mejor, son sólo unos ejemplos. No existe la unión entre universitarios que luchen por unos ideales de peso, quizás porque en esta sociedad occidental hayan quedado eclipsados por razones tan superfluas e irracionales como unirse en masa para conseguir que el botellón sea legal. Mientras en otros países, como es el caso de Ecuador, gente de todas las edades se unen en grandes masas que protestan para echar, literalmente, a un presidente corrupto hasta las orejas, de su gobierno, o en contra del Tratado de Libre Comercio que en cualquier caso sólo beneficia al más poderoso aplastando al más débil.

Eso sucede en este país, y en otras naciones aburguesadas y absorbidas por el capitalismo más brutal. Nos hemos acostumbrado a pasar delante de mendigos sin inmutarnos, a callar ante una injusticia, a despreciar a los más viejos, a creer que sin coche, casa y un matrimonio eres un fracaso, a pensar demasiado en el dinero, a no contar nuestras preocupaciones por miedo a parecer débil en un mundo en el que los sentimientos apenas tienen cabida.

Estamos invadidos por una visión superficial de la realidad cotidiana, convencidos por muchos medios de comunicación de que este mundo es así y nada se puede hacer para resolver los problemas que de alguna manera, nos afectan a todos. El Yo hace su aparición en escena siempre, posiblemente porque hemos tenido que sacar la cabeza en una mar lleno de oportunismo, un mar en el que la ley del más fuerte es la que prima por encima de cualquier valor. Un mar donde hay balsas de dinero que todos pelean por alcanzar y la ambición crece cuanto más se tiene. Algo tan normal como sería acudir en ayuda de alguien que la necesite, como algún mendigo que cae en medio de una acera y junto al que pasa la gente, a ninguno se le ocurre preguntarle cómo se encuentra o llamar a una ambulancia. Ahora, por triste que parezca, lo normal es pasar de largo y como mucho pensar “pobrecito”, aunque sería injusto no decir que también hay quien no es así pero éstos ya son minoría. Qué podemos esperar si en un mismo edificio de muchas viviendas apenas hay comunicación entre los inquilinos, cuando es verdad que sucede que mueren personas mayores, solas y en el olvido más absoluto, y nadie percibe su ausencia hasta que ese olor característico delata la tragedia.

Algo sucede ya desde hace tiempo, el tiempo de la globalización, que maquillada de progreso y avance, de unión entre los pueblos del mundo, oculta una idea de pensamiento único, de aniquilación de tradiciones y culturas propias que es necesario erradicar para seguir adelante y que seamos todos cortados por el mismo patrón imperialista. La anticultura entra indiscriminadamente en nuestros hogares cada día, ¿cuántas de las películas que emiten en TV son producto del mismo mercado?, ¿cuántas son imitación de las anteriores?, la mayoría de ellas arrastran tras de sí asesinos en masa, dramas de adolescentes perdidos, policías superdotados o superhéroes que salvan el planeta y a los que debemos estar agradecidos. La odiosa popularidad a la que optan los estudiantes estadounidenses en sus telefilmes mediocres ha calado en la mente de los estudiantes de este país, el más popular es el mejor y el que tiene derecho a todo con respecto al resto del alumnado. Y calaron las hamburguesas, fruto de vacas alimentadas en pastos creados en plena Amazonia, a costa de sus árboles y su gente, pero eso parece no importar a sus consumidores que posiblemente ignoren hechos como este.

Lo mismo sucede con el consumo voraz de combustible para alimentar a un coche por persona, consecuencia también del egoísmo antes nombrado, de que cada cual tenga su propio vehículo que le lleve a su lugar de trabajo, en vez de compartirlo, de utilizar el transporte urbano o una bicicleta, y a veces incluso para trasladarse en una distancia que sin grandes esfuerzos puede hacerse caminando. Mientras, las petroleras acaban con las selvas y los amos del mundo destruyen países y con los países personas, miles de personas que mueren aquí y allá por culpa de la ambición de unos cuantos que se reparten el pastel y a los que nosotros, los de “abajo”, no somos capaces de frenar ni un poco, de concienciarnos todos y tener un consumo responsable que haga frente a esta locura consumista e hipócrita en la que nos vemos involucrados.

Continentes de una riqueza tan inmensa como África, no son capaces de levantar cabeza porque sencillamente no interesa, es mejor que continúe siendo uno de los “graneros de Occidente”, que siga siendo uno de los mayores importadores de armas que sirvan para dramatizar aún más su situación, aunque muera una persona por hambre cada minuto que pasa, aunque cada veinte una mina antipersonal deje mutilado a alguien en el mundo, inocente y ahora roto. Que más da si por una razón de suerte hemos nacido en una sociedad aburguesada y estos problemas nos quedan lejos, explotación de niños, minas antipersonales, exterminio de indios en el Amazonas para ganar tierra de cultivos de productos consumidos en Occidente, inmigrantes muertos en el intento o clandestinos si lo consiguen, mujeres muertas por sus maridos, mujeres explotadas, Guantánamo, pena de muerte, violación constante de los Derechos Humanos, saharauis esperando un referéndum en el exilio, el pueblo Kurdo, un cambio climático acelerado, mutilación genital femenina, Palestina, antiguos líderes genocidas y libres de sus crímenes y un largo etcétera que de enumerarlo cubriría miles de páginas.

Nos preguntamos muchas veces qué está sucediendo, por qué los valores humanos y los ideales parecen haber desaparecido, porque ya no existe el Nosotros. La respuesta es compleja y quizá haya que trasladarse a la Revolución Industrial o antes, justo al momento en el que el ser humano olvidó de dónde venía para sumergirse poco a poco y hoy día a ritmos vertiginosos, en el mundo capitalista, que en mi opinión, se nos ha ido de las manos y a pesar de que existan personas que luchen por los Derechos Humanos y por los de la Madre Tierra, el proceso es irreversible y se dirige al caos. Ese Yo, ese pronombre que se aísla y se mueve según el aire que mejor le venga, es el principal destructor del ser humano, que se deshumaniza con máquinas y cibernautas, que deja que un niño crezca frente a una consola y no sepa lo que es el olor del campo, que hace que cada cual se sumerja en su propia realidad y no quiera saber que ocurre más allá, que provoca que mientras uno es feliz ningún problema le aceche aunque alguien lo necesite, aunque miles de personas clamen su ayuda, que frivoliza, aparta, que mata la sensibilidad y alimenta el ego.

Rompamos una lanza por quien grita en el desierto, por quienes creen que es posible cambiar un poco el mundo, por volver a humanizarnos, por compartir, porque no todo está ya hecho, por los ideales, por preservar lo bueno que tenemos y porque en los años que nos quedan como especie soberana podamos poner un poco de orden en este cajón de sastre en que vivimos y no dar la razón absoluta a Richard Dawkins y su famoso “gen egoísta”.

Mujeres víctimas del petróleo y protagonistas de la resistencia

Por Esperanza Martínez
Esperanza Martínez es integrante de Acción Ecológica de Eucador y de Oilwatch. Artículo publicado en el Boletín No.79 del Movimiento Mundial por los Bosques, febrero de 2004
www.wrm.org.uy
Esperanza puede ser contactada en tegantai@oilwatch.org.ec

Dice el pueblo gitano que cuando sus mujeres estén en las esquinas ofreciéndose y sus ancianos mueran solos en los asilos, el pueblo gitano dejará de ser pueblo. Las mujeres en las zonas petroleras han sido arrojadas a las esquinas, castigadas con la violencia y están literalmente sumergidas en la contaminación. Víctimas y protagonistas de la resistencia al petróleo; eso son las mujeres.
Abundan los datos y evidencias que demuestran el impacto de la actividad petrolera en el ambiente y en la economía. Los ecologistas hemos demostrado, con datos, el impacto sobre los ecosistemas, la salud y la biodiversidad. Con sus testimonios, las poblaciones locales han descrito su estado de empobrecimiento y humillación, y hasta el FMI ha tenido que reconocer que: «Hemos encontrado que durante los últimos 30 años, las reservas petroleras del Ecuador han disminuido mientras su deuda ha aumentado, empobreciendo paulatinamente al país cada vez más».
A pesar de que una parte importante de los desastres ambientales y sociales han sido reconocidos y hasta registrados, poco se habla de los impactos que sufren las mujeres y se reflexiona menos sobre esos impactos en el largo plazo, es decir en las siguientes generaciones. La actividad petrolera ha destruido miles de millones de hectáreas en el mundo. Solamente en el Ecuador se han concesionado 5 millones de hectáreas, incluyendo áreas protegidas y territorios indígenas. La contaminación es permanente, accidental y también rutinaria. En el Ecuador solamente en el año 2001 se produjeron 75 derrames, uno cada 5 días, con una pérdida de más de31.000 barriles de petróleo. Las mujeres se han llevado la peor parte y resultan más vulnerables que los hombres a las enfermedades.
De acuerdo a un estudio de Acción Ecológica que analizó, pozo por pozo, la incidencia de cáncer, éste constituye el 32% de las muertes en la zona petrolera, tres veces más que la media nacional (12%), y cinco veces más que en la provincia del estudio, afectando sobre todo a mujeres. La gente lo sabe; se dice que hay bastante cáncer, bastantes muertos. A la esposa del señor Masache, por ejemplo, estando encinta de8 meses y sana, le dio un derrame interno y murió. Después se supo que tenía cáncer; él dice que las a mujeres les da más el cáncer, porque son más delicadas, tienen hijos y trabajan.
En Lago Agrio, ciudad petrolera en la Amazonía ecuatoriana, el 65 % de las madres son solteras, pues los petroleros llegan en su calidad de hombres solteros con recursos y ofertas de una vida próspera. Y es la zona con mayor denuncia de violencia, a pesar de que la mayoría de las víctimas de violencia permanecen en silencio.
«Hace años cuando la Shell exploraba en territorio Kichwa se dio un incidente. Tres mujeres jóvenes fueron al campamento para vender chicha, los petroleros las siguieron al monte y las violaron. Ellas regresaron a la comunidad y por vergüenza no dijeron nada. Días más tarde uno de los esposos escuchó a los petroleros reírse de ellas... los hombres entonces, pegaron con rabia a sus mujeres», me contó hace tiempo Cristina Gualinga, de Sarayacu.
El 75% de la población que vive en áreas de explotación petrolera usa el agua contaminada; una gua fétida, salada, de color y con petróleo en superficie. Los petroleros dicen que no hay problema con usarla, que el agua está sana, que lleva proteínas, y que como hace espuma, hasta leche debe tener. Las mujeres padecen esa contaminación, y acaban por tener que ofrecerla a su familia. Ellas están en permanente contacto con el agua: lavan la ropa, bajan al río para que los niños se bañen, preparan la chicha. Además, están agobiadas por una mayor carga de trabajo, pues no solamente deben caminar más para buscar el agua para beber y leña para cocinar, sino que también deben atender muchas veces solas la chacra, pues los hombres se integran al circuito de demandas de las petroleras en calidad de jornaleros o muchas veces negociando y cambiando su territorio de cacería para abastecer de carnea los campamentos petroleros.
La primera vez que entré a territorio Huaoranime sorprendió que en cuatro días no oyera llorar un niño ni una sola vez. Parece poco importante y quizá solamente otras mujeres entiendan lo que eso significa, pero esos niños estaban realmente bien; los niños en cuidado casi colectivo, no recurren al llanto. Hoy, tras la entrada de las petroleras, las mujeres Huaorani atienden en el bar de Shell Mera. Los hombres, casi alcoholizados se pasean en el carro de la compañía, antes de despertar heridos en los hospitales, como ha sucedido ya. Y los niños, a velocidad moderna, tienen que adaptarse a estas nuevas condiciones que les alejan de sus padres, destruyen su tierra y por lo tanto mutilan el futuro de este pueblo. Las mujeres Huaorani y los ancianos cayeron, como quien cae en medio de la batalla. Fueron demasiadas las presiones que les llevaron a firmar un «convenio de amistad» con la empresa estadounidense Maxus; convenio que se firmó en inglés y por 20 años. En este convenio se permitía la operación petrolera en su territorio, dando por terminados meses de resistencia. La firma del convenio se realizó con la presencia de la hija del presidente de la república y el agregado de negocios de la embajada de Estados Unidos, y en aquel acto, grabada por la prensa, Alicia Durán Ballen entregó sus aretes a una mujer Huaorani y recibió a cambio una pechera Huaorani. ¿Crees que ganamos con el cambio?, le preguntó al asesor norteamericano con una sonrisa.«Así ganamos Manhattan», fue su respuesta.
No muy lejos de aquí, otro pueblo sostiene hoy una lucha de siete años. El pueblo de Sarayacu resiste a la empresa argentina CGC y la estadounidense Burlington. La comunidad de Sarayacu en Ecuador hace tiempo habría sido sometida por las petroleras si no fuera por sus mujeres. Las mujeres se organizaron y dijeron que si los hombres decidían dejar entrar a las empresas, deberían empezar a buscarse otras mujeres... y otro territorio. Han dicho que no permitirán que los hijos y jóvenes de Sarayacu se conviertan en peones y esclavos de las grandes empresas petroleras. Es una decisión no negociable. La empresa ha respondido creando conflictos intercomunitarios, sobornando, manipulando y presionando al gobierno para que militarice la zona... y hace poco dijeron a la población que se minaron los senderos para que la población no saliera de la comunidad. Las mujeres de Sarayacu decidieron caminar esos senderos para que ninguno de sus hijos perdiera la vida. Comenzaron la caminata con el peso del temor de una muerte inminente, terminaron el recorrido con el alivio de recuperar el derecho de ellas y sus hijos a andar por su territorio.
En Sarayacu son las mujeres desde las chacras y con la resistencia las que defienden el futuro posible de su pueblo.

22.11.06

El velo islámico no existe


El Mundo, 20/11/2006
Por NAZANIN AMIRIAN, periodista iraní y profesora de Ciencias Políticas de la UNED.


Burka, chador, niqab y otras formas de cubrirse la cabeza de algunas mujeres en el mundo musulmán no son el llamado velo islámico. De hecho tal concepto, simplemente, no existe en el Corán. En ninguna parte del libro sagrado de los musulmanes se les exige, ni siquiera se les recomienda, cubrirse la cabeza, ni mucho menos llevar un velo integral que les cubra todo el cuerpo incluso el rostro. De las ocho veces que aparece el término hiyab – velo– en el Corán, ninguna hace referencia a la prenda que camufla el pelo. En dichos versículos el sentido de hiyab es cortina, que separa espacios físicos, el privado del público.

Sin duda, tanto los graves problemas y dificultades en las traducciones de una lengua local antigua a las modernas, así como las interpretaciones distintas y muchas veces contradictorias de diferentes doctores en la fe, son causas de la discrepancia sobre el sentido de términos coránicos.

Las únicas referencias del Corán al modo de vestir son las siguientes: «¡Oh, Hijos de Adán! Les hemos dado ropas para que se cubran y la ropa es como un adorno. Pero la ropa de rectitud es mejor» (Corán 7,26); aunque el objeto de la polémica es la número 24,31: «...Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y no muestren de sus atractivos sino lo que de ellos sea aparente; así pues, que se cubran el escote con el jimar». Esta sura pide que ellas cubran sus senos, y no su cabeza, pero recomienda que lo hagan, no con hiyab, sino con jimar que era el tocado común de las mujeres en la península Arábiga y que dejaba al descubierto sus pechos.

En otra ocasión pide que se vistan de chilaba – un chal largo y grande – como signo de distinción. « Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con la chilaba. Es lo mejor para que se las distingan y no sean molestadas». Corán, 33,59.

Más allá de las teorías y las suposiciones, el mapa étnico real del mundo islámico – con malayos, persas, kurdos, árabes, turcos, chinos, caúcasos, turcomanos, tayicos, entre tantos otros – impide una vestimenta unificada. De hecho, hoy, la mayoría de las mujeres musulmanas no utilizan ninguna forma de velo, y siguen llevando sus vestimentas étnicas y tradicionales que son, por cierto, muy coloridas y casi nunca negras, color que culturalmente se ha identificado con la muerte y mal augurio.

La discrepancia entre los ulema, doctores en la fe, tanto sobre este tema como en otros empieza cuando, además del Corán, son consideradas fuentes de la ley los ahadiz, los dichos del Profeta recogidos después de su muerte, y la sunnah, tradiciones prácticas de la religión, que para la mayoría de los reformistas del Islam son poco fiables. Para esta corriente, el Libro Sagrado es completo y acabado, y el silencio que guarda en algunos temas es precisamente para dar un espacio al sentido común, respetar la libertad del creyente y dar una oportunidad al progreso.

Para muchas feministas islámicas, llevar la ropa modesta significa pasar desapercibida, y justo por ello consideran que en Occidente cubrirse con el chador o el velo integral llamaría más la atención. Mujeres musulmanas como la iraní Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz, en sus viajes a Europa nunca utiliza el velo, sin que por eso permita que alguien cuestione su fe. Estas mujeres toman el Corán como única referencia y más que completa, esquivando otros textos sagrados o interpretaciones personales de diferentes hombres de la religión. Ése es un salvoconducto otorgado por la propia religión mahometana a los creyentes, puesto que en el Islam no existe ninguna iglesia o intermediaria, y la relación entre el fiel con su Dios es directa.

El velo integral de color negro que llevan algunas mujeres es una tradición patriarcal de Arabia Saudí y Yemen, y de ninguna manera es el hiyab islámico. Es interesante recordar que esta vestimenta utilizada por algunas maestras iraníes en la época del ayatolá Jomeini fue prohibida por el propio Ministerio de Educación, por los efectos psicológicos negativos que producía sobre los alumnos.

25.10.06

Con la buena compañía de Kener

23.10.06

12 de octubre: Nada que festejar

Eduardo GALEANO: Ser como ellos y otros artículos. Siglo Veintiuno Editores. México, 1992.

Cinco siglos de prohibición del arco iris en el cielo americano.

El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas.

Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso se equivó.

Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.

22.10.06

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar ("que deprendan fablar"). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental ("mentally retarded") porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual.

Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

21.10.06

El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.

De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.)

Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir el nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.

Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?

20.10.06

Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas.

El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio.

En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista.

19.10.06

Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.

La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugios comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.

El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.

18.10.06

El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:
-No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.

Y canta lo que le cuenta la neblina:
-Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío.

Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:
-Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.

Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?

El shaman lo dice en 1986. En 1614 el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demás instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios.

17.10.06

Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.

El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:
-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

16.10.06

Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana.

El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de los indios araucanos por su libertad: Son más indómitos, lo que quiere decir: animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea.

El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos.

Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos.

El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad.

15.10.06

Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración: para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato sub-humano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas.

América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.

14.10.06

El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras.

En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más

tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental.

Rigoberta Menchú: su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo.

Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el virus de la rebelión se transmite por los genes.

Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca: son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan. Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se autodesprecia.

Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.

Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.

13.10.06

¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada?

Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial: ¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.

¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.

¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de riqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.

¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.

¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.

¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.

¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.

¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.

¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno.

12.10.06

En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores:

-Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió?

El cacique había sido elegido por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades?

La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. REDUCIR LA REALIDAD INDÍGENA AMERICANA AL DESPOTISMO DE LOS EMPERADORES INCAS, O A LAS PRÁCTICAS SANGUINARIAS DE LA DINASTÍA AZTECA, EQUIVALE A REDUCIR LA REALIDAD DE LA EUROPA RENACENTISTA A LA TIRANÍA DE SUS MONARCAS O A LAS SINIESTRAS CEREMONIAS DE LA INQUISICIÓN.

En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres -y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la

confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido.

11.10.06

En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas, anunció su triunfo:
-Las indias kunas ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados.
Y anunció que las indias nunca se pintarían la nariz sino las mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían aros en la nariz, sino en las orejas. Como debe ser.
Setenta años después de aquel canto de gallo, las indias kunas de nuestros días siguen luciendo sus aros de oro en la nariz pintada, y siguen vistiendo sus molas, hechas de muchas telas de colores que se cruzan con siempre asombrosa capacidad de imaginación y de belleza: visten sus molas en la vida y con ella se hunden en la tierra, cuando llega la muerte.
En 1989, en vísperas de la invasión norteamericana, el general Manuel Noriega aseguró que Panamá era un país respetuoso de los derechos humanos:
-No somos una tribu -aseguró el general.

10.10.06

Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes.

Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime a los hombres y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menos. ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado

internacional? En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible.

Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitarios. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra? Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete? La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera. Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión.

El sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer.

El racismo es también una máscara del miedo.

¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Fas West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo.

Dice un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mi.

La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más.

9.10.06

A fines del siglo pasado, un médico inglés, John Down, identificó el síndrome que hoy lleva su nombre. Él creyó que la alteración de los cromosomas implicaba un regreso a las razas inferiores, que generaba mongolian idiots, negroid idiots y aztec idiots.

Simultáneamente, un médico italiano, Cesare Lombrosos, atribuyó al criminal nato los rasgos físicos de los negros y de los indios.

Por entonces, cobró base científica la sospecha de que los indios y los negros son proclives, por naturaleza, al crimen y a la debilidad mental. Los indios y los negros, tradicionales instrumentos de trabajo, vienen siendo también desde entonces, objetos de ciencia.

En la misma época de Lombroso y Down, un médico brasileño, Raimundo Nina Rodrigues, se puso a estudiar el problema negro. Nina Rodrigues, que era mulato, llegó a la conclusión de que la mezcla de sangres perpetúa los caracteres de las razas inferiores, y que por tanto la raza negra en el Brasil ha de constituir siempre uno de los factores de nuestra inferioridad como pueblo. Este médico psiquiatra fue el primer

investigador de la cultura brasileña de origen africano. La estudió como caso clínico: las religiones negras, como patología; los trances, como manifestaciones de histeria.

Poco después, un médico argentino, el socialista José Ingenieros, escribió que los negros, oprobiosa escoria de la raza humana, están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civilizados. Y para demostrar su irremediable inferioridad, Ingenieros comprobaba: Los negros no tienen ideas religiosas.

En realidad, las ideas religiosas habían atravesado la mar, junto a los esclavos, en los navíos negreros. Una prueba de obstinación de la dignidad humana: a las costas americanas solamente llegaron los dioses del amor y de la guerra. En cambio, los dioses de la fecundidad, que hubieran multiplicado las cosechas y los esclavos del amo, se cayeron al agua.

Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía, tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados del África y vendidos como cosas. Ogum, dios del hierro, se hizo pasar por san Jorge o san Antonio o san Miguel, Shangó, con todos sus truenos y sus fuegos, se convirtió en santa Bárbara. Obatalá fue Jesucristo y Oshún,

la divinidad de las aguas dulces, fue la Virgen de la Candelaria...

Dioses prohibidos. En las colonias españolas y portuguesas y en todas las demás: en las islas inglesas del Caribe, después de la abolición de la esclavitud se siguió prohibiendo tocar tambores o sonar vientos al modo africano, y se siguió penando con cárcel la simple tenencia de una imagen de cualquier dios africano. Dioses prohibidos, porque

peligrosamente exaltan las pasiones humanas, y en ellas encarnan. Friedrich Nietzsche dijo una vez:

-Yo sólo podría creer en un dios que sepa danzar.

Como José Ingenieros, Nietzsche no conocía a los dioses africanos. Si los hubiera conocido, quizá hubiera creído en ellos. Y quizá hubiera cambiado algunas de sus ideas. José Ingenieros, quién sabe.

8.10.06

La piel oscura delata incorregibles defectos de fábrica. Así, la tremenda desigualdad social, que es también racial, encuentra su coartada en las taras hereditarias.Lo había observado Humboldt hace doscientos años, y en toda América sigue siendo así: la pirámide de las clases sociales es oscura en la base y clara en la cúspide. En el Brasil, por ejemplo, la democracia racial consiste en que los más blancos están arriba y los más negros abajo. James Baldwin, sobre los negros en Estados Unidos:

-Cuando dejamos Mississipi y vinimos al Norte, no encontramos la libertad. Encontramos los peores lugares en el mercado de trabajo; y en ellos estamos todavía.

7.10.06

Un indio del Norte argentino, Asunción Ontíveros Yulquila, evoca hoy el trauma que marcó su infancia:

-Las personas buenas y lindas eran las que se parecían a Jesús y a la Virgen.

Pero mi padre y mi madre no se parecían para nada a las imágenes de Jesús y la Virgen María que yo veía en la iglesia de Abra Pampa.

La cara propia es un error de la naturaleza. La cultura propia, una prueba de ignorancia o una culpa que expiar. Civilizar es corregir.